Nadie está preparado para el divorcio. Todos esperaban que su matrimonio funcionara desde el principio. Para casi todas las personas divorciadas, el divorcio viene como un golpe fuerte. “Nunca pensé que me sucediera a mi”. “Siempre pensé que viviría felizmente después – esto no se suponía que sucediera”. “Debería haberlo visto venir, pero no. Sencillamente lo negué. No podía afrontar el hecho de que el matrimonio no estaba funcionando”.
Muchos amigos y parientes de la persona divorciada quieren echar una mano y ayudar, pero con frecuencia no saben qué hacer. No quieren fisgar en los detalles íntimos de la relación fallida, y ellos no quieren tomar partido. Sin embargo, estamos aprendiendo que hay algunas cosas muy concretas y prácticas que los amigos y las personas queridas pueden hacer para apoyar a las personas divorciadas.
Para saber cómo ayudarles, es importante primeramente entender mejor qué es lo que les pasa a las personas que se divorcian. Cómo es el primer impacto. Cuánto tiempo va a durar esta crisis. Cuáles son los problemas específicos y miedos de las personas divorciadas.
A continuación presentamos algunos temas claves por los que la persona divorciada puede enfrentarse.
1.- El impacto emocional de la separación.
Casi todas las personas divorciadas sienten una profunda tristeza después de la marcha de su compañero, aún cuando ellos no deseen la reconciliación. Experimentan un profundo sentido de pérdida; y con frecuencia están sorprendidos al descubrir que ellos echan de menos a la otra persona. Un hombre tenía muchas ganas de dejar a su esposa, con la que había tenido una relación muy tensa durante mucho tiempo, pero una vez que ella se fue, no podía quitarle de la mente. Soñaba despierto con ella y se sentía muy inquieto, y después enfadado consigo mismo por pensar en ella. Descubrió que la única cosa que le hacía sentirse mejor era subir a su coche y dirigirse a la casa de ella. Tras una pérdida significativa, sigue un proceso natural de dolor y tristeza. Ha perdido a alguien que amaba o que alguna vez amó, ha perdido su identidad como compañera y compañero con esa persona, y ha perdido todos los sueños y expectativas que rodeaban su vida con esa persona. Todas estas pérdidas quizás le planteen emociones intensamente dolorosas que pueden ser aplastantes o insufribles al principio. El poder de estos sentimientos pueden sorprenderle. Son completamente naturales, y todo el mundo lo experimenta en grados diferentes. Atravesar una etapa de pérdida le permite crecer y aprovechar las múltiples oportunidades que se le abrirán para ti.
El divorcio trae consigo mismo una pérdida de apego. Aún en los matrimonios que no tuvieron éxito, dos personas pueden llegar a estar muy apegadas una a la otra y depender una de la otra de muchas maneras. Aún cuando uno ya no ama al otro o confía en el otro, puede descubrir que echa de menos al otro. Algunas veces, en este momento bajo, uno puede empezar a sentirse abandonado por el otro y echar la culpa al otro por la angustia que está pasando. “Si sólo ella hubiera sido diferente, esto no hubiera pasado y no me hubiera sentido tan mal”.
La persona divorciada con frecuencia sufre de una dolorosa soledad; esta soledad es más dura de aguantar porque uno no sabe exactamente a quien echa de menos. Es una soledad que parece imposible llenarla, porque no hay una persona nueva en la vida de uno.
En los primeras fases del divorcio van con frecuencia acompañadas de tensión, desasosiego, insomnio.
La persona divorciada está frecuentemente atormentada con la culpa, el reproche y un sentido de fracaso. Si uno ha sido abandonado por el otro, puede haber una tendencia a identificarse con el rechazado al verse uno mismo como antipático y poco atractivo. Uno puede sentirse como la oveja negra de la familia, vergüenza ante los vecinos y amigos, una persona de dudosa reputación.
Algunas veces la persona que está separada se siente atraída por un revisar obsesivo la historia de su matrimonio, repasando por la mente una y otra vez los altibajos del matrimonio. Uno descubre que la vida se ha vuelto al revés; hay que realizar nuevas tareas, se te exige una organización práctica tanto de la vida familiar como personal; los hijos deben ser atendidos por uno sólo, hay menos dinero; en una palabra, la persona divorciada experimenta una “sobrecarga”.
Sin embargo, uno puede también experimentar unos cambios dramáticos en el estado de ánimo; un día te sientes con el ánimo por el suelo y al día siguiente por las nubes. Hay un sentido de pérdida pero también un sentido de ganancia. Las cosas son más duras cuando estás solo, sin embargo también son mejores porque uno está libre de su cónyuge que causó tantos disgustos y dolores. En los días buenos uno está preparado para construir una vida nueva, pero unos días después uno puede sentirse incapaz de afrontar la compra diaria. El recién divorciado está más propenso a tener cualquier clase de accidentes, está distraído, es impulsivo, dado a la risa nerviosa y a las lágrimas fáciles. Es un tiempo muy difícil.
Aunque para una persona normal este período de adaptación es muy estresante, uno poco a poco empieza a sentirse mejor. Con el paso del tiempo y la firme resolución de hacer el duelo de un sueño roto, uno empieza a amasar algunos pequeños éxitos, maximiza las ganancias y siente menos miedo acerca del futuro.
2.- La relación continúa con el ex cónyuge
Aún cuando dos personas deciden que ya no pueden vivir juntas como esposo y esposa, serán enormemente afortunadas si pueden descubrir cómo ser amigos. Esto es especialmente importante si deben continuar cooperando con la educación de los hijos. Muchas parejas les ha sido de mucha ayuda estructurar sus contactos continuos, planear detenidamente las relaciones con la familia y amigos y ponerse de acuerdo en las distintas versiones públicas de sus problemas maritales. Por mucho que intenten ser lo más corteses posible uno con el otro, siempre hay una rabia persistente, especialmente cuando las dificultades originadas por el divorcio se acumulan. Siempre hay desacuerdos sobre el dinero, posesiones, e hijos. Algunas veces el proceso del divorcio legal agrava la delicada relación. Esta rabia con frecuencia se extiende a un sentimiento de traición, acompañado por una hostilidad persistente, especialmente si un cónyuge le dejó por otra persona. Mantener lazos amistosos y un espíritu de cooperación puede ser de gran ayuda a largo plazo.
3.- El impacto de la separación en las relaciones con los parientes, amigos y otras personas.
Los parientes de las personas divorciadas se encuentran desgarrados por su lealtad a ambos y sus padres pueden sentirse atormentados por un profundo sentido de decepción. Uno podría haber sido muy importante en la familia, la niña de los ojos de los padres cuando joven, pero ahora uno siente que la reputación ha disminuido y hemos traído vergüenza a la familia. Los padres con frecuencia se torturan ellos mismos con muchas dudas: ¿Dónde fallamos? La mujer divorciada puede sentirse dependiendo de sus padres o hermanos y hermanas en este tiempo de adaptación difícil, al mismo tiempo que en conflicto consigo misma porque no quiere perder su autonomía. Los hombres dicen que les hacen con frecuencia sentir que como son el sexo fuerte ellos debían haber sido capaces de tener todo bajo control y “mantenerla feliz”.